miércoles, 9 de febrero de 2011

La mejor experiencia de mi vida

Un mensaje recibido. Varias llamadas desesperadas, gritos de emoción al otro lado del teléfono. Una carrerita a casa. Un entrar por la puerta sin apenas controlar la respiración de mi cuerpo. Un saludo, una caricia y un ''tranquila, ya estoy aquí.''
Ya sabía que yo estaba a su lado. Entonces, se tranquilizó.
Se acostó en la alfombra mientras colocaba su cabecita encima de mis piernas. Ahora paciencia, pensé.
Estuvimos cerca de una hora, allí, solas, tranquilizándonos la una a la otra. A las cuatro, llegó la primera pequeñaja, no sabía como pero mi cuerpo reaccionó en ese momento sin ni siquiera tener que pensar. Instinto, sería. Temblaba de los nervios. Ella y yo. Cogí al primer cachorro y lo coloqué junto a ella. No se movía, estaba inmóvil. Lo cogió, lo puso a su lado y empezó a lamerlo para limpiarlo. Abrió su minúscula boquita y empezó a mover las pequeñísimas patitas de atrás. Respiré. Seguidamente me puse a temblar. El primero, el más difícil, el que podía traer más complicaciones, estaba allí. Se me habían rayado los ojos cuando comenzó a lloriquear. Luego, se pegó al vientre de la madre buscando leche. En el veterinario, nos habían contado, que sí llevaba más de 15 minutos sin mamar, que lo ayudásemos. Lo cogí. Me cabía en una manita. Le abrí un poquito la boca mientras lo colocaba y le guiaba en dónde tenía que mamar. De repente, dejó de llorar y se quedó allí quietita, al lado de su madre, que la miraba sin quitarle el ojo de encima.
A las cuatro y media, llegó nuestro segundo cachorrito. Esta vez, tuve que ayudarla a separarlo de la placenta, ya que ella estaba demasiado cansada. Una vez le corté el cordón umbilical, se lo puse delante, y empezó a darle lametazos, una vez más. Ya eran dos las que lloraban con ese sonido agudo ensordecedor.
Yo, ¿cómo no?, temblaba mientras se me rayaban los ojos.
Era increíble ver como nacían. Ayudarlos. Ser capaz de aguantar sin ni siquiera darme cuenta.
A las cinco y diez nació la tercera, y la cuarta, a los veinte minutos después.
A estas dos últimas tuve que ayudarlas como a la anterior.
Kyra no tenía fuerzas. Estaba exhausta. Le acaricié la cabeza mientras me mirada como si me estuviese agradeciendo que no la dejase sola.
¿Cómo te iba a dejar sola? ¿A ti?
Pasó una hora hasta que le vinieron las contracciones del quinto cachorrito. Se puso nerviosa. Se levantó y se puso a dar vueltas.
Intenté cogerla al tiempo que vigilaba a los cachorros. La volví a acostar a mi lado. Nació el quinto. Esta vez, fue distinto, sentí un escalofrío. Se lo puse a su lado, pero..nada, no se movía. Intenté darle calor o reanimarle un poco pero era inútil, ni el más mínimo movimiento. Era más pequeño y más delgadito que todos sus hermanos. Era el primer machito. Kyra lo miraba sin entender nada. Le daba golpecitos con el hocico para que se moviese. Me miró sin comprender. Se me volvieron a rayar los ojos y esta vez sentí que le había fallado. Le envolví en una toalla y llame a mi madre para que se lo llevara. Kyra, lo persiguió con la mirada hasta que desapareció por la puerta. Bajo la cabeza y se puso a llorar. Era increíble, entendía todo lo que estaba pasando. Sabía que se había muerto uno de sus hijos. Sabía que se lo llevaban envuelto en aquella toalla. Era capaz de comprender. Acercó su cabeza a mi mano y me la movió. Interprete un gesto tranquilizador y me dije que no podía permitir que me viese así. Necesitaba fuerzas.
Vibró el móvil, con un mensaje nuevo, encima de la mesa...
Gracias. Gracias por el ánimo, por creer en mí, gracias por darme fuerzas para seguir en ese momento, sólo tú lo hubieses conseguido...y lo mejor de todo es que lo hiciste.
Me quité las lágrimas que resbalaban por mis mejillas y me prometí que sería fuerte.
Media hora más tarde nació el sexto. No me lo creía. Otra vez no, por favor. Me tembló todo el cuerpo. No podía pasar por eso otra vez... Una chispa de esperanza. Le costaba, pero respiraba. ¡Estaba respirando! Pero no se movía...en absoluto. Lo dejamos en el suelo junto a su madre, pero se quedaba ahí, sin reaccionar. Llegó mi madre y se quedó allí al verme.
-Mamá...-le dije entre sollozos
Estuvimos dándole calor cerca de una hora, sin que apenas se moviese, sin que apenas reaccionase. Entonces metió la lengua que antes había tenido todo el rato por fuera, y la metió dentro de la boca. Le soplamos en la boquita porque le costaba respirar. Intentó mover las patitas. Poco a poco, le hacíamos fuerza sobre ellas, para ver si no las tenía inmóviles. Respiró más fuerte y entonces, empezó a llorar. Lo habíamos conseguido. ¿A qué no sabes quién es, Paula? Él, es nada menos que TÚ Thor! Porque en el momento era lo único que podía pensar, cuando creía que se moría, pensaba en que si lograba sobrevivir éste sería el tuyo, porque fue especial y porque nadie lo va a cuidar como tú.
'Bienvenido Thor', fue lo único que fui capaz de pensar cuando consiguió moverse por si solo.
Mientras reanimábamos al pequeño, cerca de las siete y media, ya estaba naciendo el último cachorrito. Esta vez, todo perfecto. El último macho, el más espabilado de todos, el más grande, el que cerraba aquella camada que se me había hecho eterna.
Cuando vi a aquellas seis maravillas llorando, unas encimas de otras, peleándose por la madre, entonces, y sólo entonces, respiré. Lo habíamos conseguido. Ya se había acabado. Le di un beso a Kyra, la cual estaba ya durmiendo hecha polvo del agotamiento y me levanté. Me dolían las rodillas de estar tanto tiempo allí agachada. Seis horas de parto, pero había valido la pena.
Me dirigí a quitarme aquella ropa ensangrentada y a dejar que el agua ardiente rozase mi piel y consiguiese relajarme todos los músculos que aún tenía tensos.
Pensé en aquellos siete preciosos cachorritos que acababan de llegar al mundo. Pensé en todo los que los querría, aunque ahora fuesen sólo seis. Nacieron siete cachorros y los siete igual de increíbles. Les vi nacer, estuve con ellos, y les quise desde el primer momento.
Y es que ahora que lo he vivido, puedo decir sin miedo a equivocarme, que el nacimiento de cualquier ser vivo es lo más maravilloso y especial de este mundo, y más, y más, y todavía más, si son de ella...